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sábado, 4 de febrero de 2012

Osera. El vino en los monasterios - 1ª parte -


El vino en los monasterios
Tras leer a Fray Damian Yañez Neira  (cronista del Monasterio de Santa María de Oseira, Ourense) nos parece muy adecuado el titular “El vino en los monasterios”.
Fray Damián diferencia entre monasterio y convento, nombres que aunque puedan parecer sinónimos no lo son. El monasterio es un edificio ocupado por monjes  contemplativos (Oseira, Montedrramo, Sobrado de los Monxes, Silos, Montserrat, Moreruela,…) que mantienen viva la Regla se San Benito, pueden citarse los benedictinos, cistercienses, premostratenses,… también en este sentido pueden citarse los cartujos, a pesar de que siguen otra regla distinta. Todos ellos, todas las personas que viven así, de esta manera y en esos lugares (monasterios) reciben el nombre de monjes.
El convento es un edificio ocupado por religiosos que se dedican a muy diversas y diferentes tareas: predicación, enseñanza, cura de enfermos. Ahí pueden incluirse maristas, carmelitas, franciscanos, dominicos, … Los religiosos se llaman frailes. Por ello continúa Fray Damián lo que sigue a continuación hace referencia  a los monjes del cister que siguen la regla de San Benito.
El vino y la Biblia
El vino, licor o zumo extraído de las uvas exprimidas sometido a fermentación. Pertenece a las llamadas fermentaciones naturales, donde el contenido alcohólico que se alcanza no es muy excesivo. Fermentaciones de este tipo es también la cerveza o la sidra.
La existencia del hombre va paralelo a la del vino. Consideramos ya a Noe plantando cepas, de las uvas recogía el líquido, se dejaba “curar” y tras probarlo tanta fue la alegría que acabo en borrachera, descubierto rato después por  su hijo Cam, esto lo leemos en el Génesis. La experiencia de Noe sirvió de aliciente en la época pues muchos le siguieron en la plantación de uva.  El Génesis describe otros episodios relacionados con el vino como cuando el regreso de Abraham tras derrotar a Codorlaomor y salirle al encuentro el rey de Sodoma con pan y vino. O la bendición de Isaac a Jacob.
Son muchas las historias que se podrían continuar contando del Antiguo Testamento y por supuesto del Nuevo Testamento. En este sentido Jesús no rechazaba participar en banquetes disfrutando del vino como cualquier otro. Pero desde luego, el vino toma su máxima dignidad cuando es elegido como forma sacramental. Mención también para las bodas de Cana, en la que por todos es conocido el papel del vino en la misma. Desde luego el acto milagroso pero qudémonos  y siguiendo el tema que nos ocupa la preocupación que significaba el quedarse sin vino. El texto bíblico así lo refleja cuando la Virgen María le indica a su hijo: ¡Hijo, que se quedan sin vino!  Observa desde luego la importancia que tenía el que se hubiera acabado la bebida sacra. Todo lo demás es la conversión del agua en el vino, obedeciendo el ruego de su madre. La secuencia queda para la posterioridad como la omnipotencia suplicante (omnipotentia suplex).
Cristo escogió para quedar con nosotros para el resto de los días al pan y el vino, cuerpo y sangre.

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