El vino en los monasterios
Tras leer a Fray Damian Yañez Neira (cronista del Monasterio de Santa María de
Oseira, Ourense) nos parece muy adecuado el titular “El vino en los
monasterios”.
Fray Damián diferencia entre monasterio y convento, nombres
que aunque puedan parecer sinónimos no lo son. El monasterio es un edificio
ocupado por monjes contemplativos
(Oseira, Montedrramo, Sobrado de los Monxes, Silos, Montserrat, Moreruela,…)
que mantienen viva la Regla se San Benito, pueden citarse los benedictinos,
cistercienses, premostratenses,… también en este sentido pueden citarse los
cartujos, a pesar de que siguen otra regla distinta. Todos ellos, todas las
personas que viven así, de esta manera y en esos lugares (monasterios) reciben
el nombre de monjes.
El convento es un edificio ocupado por religiosos que se
dedican a muy diversas y diferentes tareas: predicación, enseñanza, cura de
enfermos. Ahí pueden incluirse maristas, carmelitas, franciscanos, dominicos, …
Los religiosos se llaman frailes. Por ello continúa Fray Damián lo que sigue a
continuación hace referencia a los
monjes del cister que siguen la regla de San Benito.
El vino y la Biblia
El vino, licor o zumo extraído de las uvas exprimidas
sometido a fermentación. Pertenece a las llamadas fermentaciones naturales,
donde el contenido alcohólico que se alcanza no es muy excesivo. Fermentaciones
de este tipo es también la cerveza o la sidra.
La existencia del hombre va paralelo a la del vino.
Consideramos ya a Noe plantando cepas, de las uvas recogía el líquido, se
dejaba “curar” y tras probarlo tanta fue la alegría que acabo en borrachera,
descubierto rato después por su hijo
Cam, esto lo leemos en el Génesis. La experiencia de Noe sirvió de aliciente en
la época pues muchos le siguieron en la plantación de uva. El Génesis describe otros episodios
relacionados con el vino como cuando el regreso de Abraham tras derrotar a
Codorlaomor y salirle al encuentro el rey de Sodoma con pan y vino. O la
bendición de Isaac a Jacob.
Son muchas las historias que se podrían continuar contando
del Antiguo Testamento y por supuesto del Nuevo Testamento. En este sentido
Jesús no rechazaba participar en banquetes disfrutando del vino como cualquier
otro. Pero desde luego, el vino toma su máxima dignidad cuando es elegido como
forma sacramental. Mención también para las bodas de Cana, en la que por todos
es conocido el papel del vino en la misma. Desde luego el acto milagroso pero
qudémonos y siguiendo el tema que nos
ocupa la preocupación que significaba el quedarse sin vino. El texto bíblico
así lo refleja cuando la Virgen María le indica a su hijo: ¡Hijo, que se quedan
sin vino! Observa desde luego la importancia
que tenía el que se hubiera acabado la bebida sacra. Todo lo demás es la
conversión del agua en el vino, obedeciendo el ruego de su madre. La secuencia
queda para la posterioridad como la omnipotencia suplicante (omnipotentia
suplex).
Cristo escogió para quedar con nosotros para el resto de los
días al pan y el vino, cuerpo y sangre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario